
No es algo extraño que cualquier arquitecto no sepa cómo presentar un proyecto de arquitectura pese a haberlo desarrollado previamente, bien porque siente que le han faltado habilidades de oratoria o simplemente en la propia presentación o plan comercial. Sin embargo, aunque sea algo común y bastante normalizado, no debería suceder en el terreno profesional.
La presentación de un proyecto de arquitectura es como la puesta en escena de un producto audiovisual. Son consideradas la parte más importante de aquello que hemos realizado. Es por ello que debemos explicarnos utilizando tres aspectos fundamentales: la coherencia, la concisión y la confianza.
En primer lugar, la coherencia determinará que conocemos el campo que estamos tratando o el tema que debemos defender/exponer, ya que si nuestras palabras siguen un orden lógico y cobran un sentido, atraparemos al cliente rápidamente.
Con lo que respecta a la concisión, es crucial saber que el público verá el producto final por primera vez en la exposición que presentemos. Por lo tanto, no ser breves es un punto que correrá siempre en nuestra contra.
Por último la confianza, desde Archiff la más importante, se basa principalmente en la actitud que prestemos durante la exposición de nuestro proyecto de arquitectura. El público prestará más atención a los gestos corporales o kinesia, que a lo relatado.
¿Qué hacer para mejorar la presentación de mi proyecto de arquitectura?
A la hora de presentar un proyecto, ¿tu cliente, que parecía interesado, se ha desilusionado? Otra de las cuestiones que nos preguntamos durante nuestro ejercicio profesional es si nuestro público puede cambiar de opinión una vez hecha la presentación. Pues bien, un arquitecto debe tener en cuenta en todo momento que las expectativas de un cliente pueden fluctuar según cómo se le vaya convenciendo a lo largo de nuestro discurso.
¿Cómo no decepcionar a tu cliente en el proyecto?
Existen infinitas formas de presentar para que tu cliente no quede insatisfecho con la exposición que acaba de presenciar. No todas las soluciones son útiles, porque debes tener claro, tú como público, que la desconfianza en los profesionales es elevada, y en muchas ocasiones, provoca que los proyectos no se lleguen a cumplir. En Archiff nunca lo damos todo por perdido, puesto que tenemos la solución a varios de vuestros problemas.
Por ello, es imprescindible poner en práctica la propuesta de valor, debido a que los arquitectos no se dedican únicamente a vender, sino a convencer de que ese producto o proyecto es esencial para ti. Para lograrlo, tiene que quedar claro que el trabajo previo recae en las empresas. Somos los encargados de posicionar nuestra marca en contra de la competencia, la cual, al fin y al cabo, busca lo mismo que nosotros.
Aprovechamos también para recalcar el ámbito de los competidores, designados como la mayor amenaza para cualquier profesional. Es cierto que muchos negocios pueden intentar con total seguridad hacernos creer que no tienen competencia, pero lo cierto que desde las multinacionales de comida rápida más famosas del mundo, hasta el diminuto estudio de arquitectura de tu ciudad disponen de competencia.
Tanto los negocios como los clientes son competidores entre ellos mismos. Suena raro, pero sí. El público también compite, aunque solamente lo hace si nuestro producto es el mejor.
Pero para poder presentar el proyecto de arquitectura es conveniente estudiar la tópica pregunta:
¿Cuáles son las etapas para poder llevar a cabo un proyecto de arquitectura?
A día de hoy es sorprendente ver cómo muchos de los profesionales en la arquitectura y el diseño se impresionan al observar que su cliente no ha quedado satisfecho con el trabajo que -según ello- ha quedado impoluto.
El problema principal es que, realmente, durante su carrera, ¿se habrán parado a preguntarse cuál es el esquema que deberían seguir de forma irreversible? La respuesta anticipada es un no. Pues bien, estas etapas se dividen a su vez en tres fases que guardan relación con el tiempo de nuestra idea.
En primer lugar, el trabajo previo consiste principalmente en conocer y analizar cuáles son los gustos y peticiones de nuestro cliente. Es decisivo que los tengamos en cuenta en todo momento porque se trata de la persona que comprará o no nuestro diseño final. Asimismo, se examina y se estudian las condiciones que harán viable o no el trabajo. Será en este punto cuando se determine si se sigue adelante con un esbozo preliminar, o por el contrario habrá que buscar alguna solución que remedie nuestro problema inicial. Para ello, es muy importante que todos y cada uno de los objetivos que fijemos ante nuestro comprador sean sobre todo realistas y medibles.
¿Qué no se nos debe olvidar?
Seguidamente, el arquitecto presentará los permisos de construcción y entregará los documentos y descripciones que detallen bien el proyecto, no los bocetos, sino un trabajo más minucioso. Es vital que este paso no se mantenga “en el aire”, puesto que el cliente está en el derecho de ver cuál sería el resultado maquetado.
No obstante, sería conveniente iniciar la segunda etapa una vez los permisos de construcción hayan sido concedidos, no antes. Cabe asegurar que no son pocos los que caen en el error de omitir alguno de los pasos o etapas anteriores, por lo cual el cliente también rechaza el propósito del arquitecto.
Cumplir los objetivos, como finalidad primordial
En .archiff no proponemos únicamente subsanar el descuido de pasar por alto algunos puntos clave del proceso, sino que también exigimos a nuestros arquitectos el cumplimiento de los objetivos propuestos al cliente.
Por último, una vez llegamos a la tercera fase, es el momento de concluir nuestro trabajo y esperar la aprobación del mismo. Como arquitectos, debemos tener claro que de nada habrá servido el resultado si hemos dejado de prestar atención a alguno de los puntos sustanciales. El cliente puede quedar insatisfecho en todo momento, pero es mucho menos probable que lo haga si el profesional ha realizado su trabajo de la forma más detenida posible.
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