Los tiempos cambian. Hasta hace bien poco, cuando pensábamos en casas prefabricadas de hormigón, imaginábamos toscos módulos con aspecto de contenedor industrial producidos con materiales endebles. Pensábamos en casas que transportan sobre ruedas en las películas de EEUU hacia una nueva localización donde también podrá arrasarlas un tornado. Es un cliché, sí, pero es a lo que estábamos acostumbrados.
En Europa, y en España yendo a lo concreto, lo prefabricado y modular no nos inspiraba demasiada confianza. Pero eso es simplemente porque no sabíamos lo que tenía que venir, y además, viendo la luz en esta tierra.
Nadie está libre de prejuicios, pero lo bueno es que podemos librarnos de ellos con facilidad abriendo los ojos. Si bien es cierto que una casa construida de un modo tradicional siempre era mejor opción en nuestra mente que una casa prefabricada, también lo es que la perspectiva está cambiando: ahora damos mucho valor a que el proceso de construcción de nuestra vivienda sea sostenible, queremos (o deberíamos querer) que tenga el menor impacto posible. En este sentido, las casas prefabricadas de hormigón tienen mucho que decir. Y lo están diciendo: compañías como inHAUS son un buen ejemplo de ello.
Los factores y valores que entran en juego
No solo está la cuestión de la sostenibilidad: también entra en juego otro factor, como es el tiempo. Los tiempos cambian, pero lo que no cambia es el hecho de que no queremos perder el nuestro. Las casas prefabricadas se construyen mucho más rápido. Es tan sencillo como elegirla en un catálogo: la casa se produce en una fábrica, se transporta, y es instalada en nuestro terreno. Por supuesto, podemos disponer de ella mucho más rápido que si fuese construida de la manera a la que estamos acostumbrados. Y eso es una ventaja competitiva importante, especialmente ahora, época en la que tenemos menos paciencia que nunca.
Otro factor que está haciendo que las casas prefabricadas de hormigón sean consideradas por medios especializados como una tendencia para el año 2023, es su precio: estas viviendas se llevan a cabo en base a un precio cerrado. Es otra diferencia abismal respecto a lo que conocíamos, un contexto en el que los sobrecostes, lamentablemente, eran muy habituales. La situación económica global no es amiga de las sorpresas para el bolsillo, y esta forma de adquirir una casa inspira mucha confianza en los compradores. Nada de sobresaltos.
Por supuesto, el diseño es una de las claves por las cuales el negocio de las casas modulares prefabricadas está creciendo como lo está haciendo: las empresas que las diseñan están haciendo maravillas. No hay más que pasarse por el catálogo de inHAUS, Ubiko o NIU Houses, por citar varios ejemplos. Sus casas son productos de gran calidad. Da gusto verlas. De hecho, la mayoría de gente que las conoce por primera vez se lleva una sorpresa. La pregunta: “¿esa casa es prefabricada de verdad?” suele ser una respuesta muy común. Hablamos de casas de 280 metros del mejor diseño, con acabados envidiables. Casas, como se suele decir, de revista.
En esto ha tenido mucho que ver la experiencia. El sector está evolucionando, y también las técnicas, los procesos y los materiales. No es lo mismo haber fabricado, transportado e instalado diez casas, que cien. El éxito, así, se retroalimenta: cuantas más casas se encargan, mejores casas aparecen en el mercado y en los vecindarios de todo el mundo. En esto parece haberse dado también un cambio de mentalidad. A los compradores no les importa que haya varias casas similares o directamente iguales en el mismo vecindario, a tenor de lo que nos han contado responsables de las compañías que las producen.
Otro valor de las casas prefabricadas y modulares es su versatilidad: con los medios necesarios, pueden producirse e instalarse rápido en cualquier parte. Esto es especialmente útil si se quiere, por ejemplo, poblar una zona (tal y como sucede en muchos países en plena explosión demográfica, como Nigeria, países que tienen serios problemas de disponibilidad de viviendas), repoblarla o reconstruirla (como sucederá en Ucrania tarde o temprano, esperemos que temprano), o trasladar una población entera. Esto último, de hecho, ya está sucediendo: es una de las consecuencias del cambio climático e implica soluciones drásticas.
Un futuro muy prometedor
En Fiyi se están teniendo que trasladar poblaciones enteras de las islas hasta el territorio continental por la subida del nivel del mar y los cada vez más frecuentes y peligrosos ciclones. Ante una situación así, que requiere movimientos urgentes y definitivos, esta forma de construir puede marcar la diferencia. Las casas prefabricadas van a ayudar sin duda a muchas personas a recuperar algo a lo que llamar hogar en mucho menos tiempo. Hablamos de que hasta la fecha las construyen principalmente empresas privadas (al menos en Europa), pero también puede hacerlo un estado, o la comunidad internacional.
¿Vamos a ver cada vez más casas prefabricadas? Todo está por ver, pero la tendencia apunta a que sí. Sus beneficios, como hemos podido enumerar (y hay más), no son pocos ni pequeños. Las casas prefabricadas o modulares de hormigón están siendo muy demandadas: la primera opción para clientes que no dudan en gastar varios cientos de miles de euros en una casa de estas características. Y si la demanda aumenta, lo lógico es que lo haga la oferta, y que el sector se vaya componiendo cada vez más de empresas que apuesten por este sistema.
En Archiff dispones de una valiosísima lección de Rubén Navarro, fundador y CEO de inHAUS, una de las compañías de referencia en materia de casas prefabricadas. El testimonio de Navarro, al que puedes acceder con el máster en gestión de estudios de arquitectura y diseño que puedes encontrar en nuestra plataforma, es el de alguien que supo adaptarse a los cambios, incluso cuando estos suponían un viraje radical de modelo de negocio (tal y como nos contaba en otro artículo, su idea original consistía en vender proyectos en papel a través de una web, no en construir casas prefabricadas).
Pero como siempre ocurre, la experiencia es un grado, y el conocimiento también. El CEO de inHAUS tuvo que obtener conocimientos valiosísimos más allá de los propios de la arquitectura, conocimientos que le permitieron ser un profesional ambivalente: arquitecto y empresario. Y una de las cabezas visibles de una revolución.
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